El «Reino de Chile» constituía administrativamente
una Gobernación y
Capitanía General con capital en Santiago. Al
frente del mismo se encontraba el gobernador y capitán general,
asesorado por la Real
Audiencia, presidida por el mismo gobernador, razón por la
cual se le denominaba indistintamente presidente o gobernador. La Audiencia tenía
las funciones de tribunal de apelaciones del
reino.
Por destrucciones de ciudades y villas del sur del
territorio a fines del siglo XVI, el control ejercido por españoles se reducía al Valle
Central hasta el río Biobío. Al
este de la Cordillera de los Andes, el territorio chileno incluía el Corregimiento
de Cuyo, conformado por la parte poblada de las
actuales provincias
argentinas de Mendoza, San Juan y San Luis
El rey Felipe II sujetó
al gobernador a la vigilancia del virrey del Perú, al
expresar en una real cédula de 1589 que debía
«guardar, cumplir y ejecutar sus órdenes, y avisarle de todo lo que allí se
ofreciese de consideración». En
algunos casos, la relación del gobernador fue directa con el rey y en
otras pasó por el virrey del Perú.
Respecto a los recursos militares y el abastecimiento comercial,
la capitanía dependió del virreinato. La administración de justicia de la
capitanía era autónoma del virreinato, salvo la inquisición, y
los juicios de comercio, que
dependieron del consulado de Lima hasta 1795. En ciertos
periodos, por cuestiones estratégicas de seguridad del
virreinato los virreyes intervinieron directamente en el gobierno de Chile.
Asimismo, algunos gobernadores acostumbraron consultar instrucciones sobre
temas urgentes al virrey, por la gran distancia que los separaba del rey, situado
en España.
Finalmente, en 1798, a propósito
de una disputa entre el virrey O'Higgins y
el gobernador Avilés, el rey Carlos III declaró
que Chile era independiente del virreinato.
La Guerra de
Arauco tendría, a lo largo de la colonia, diversas etapas
de alta beligerancia y otras más pacíficas: guerra ofensiva, guerra defensiva y
parlamentos. Para el sostenimiento del ejército se estableció, en 1600, el real situado, una
subvención de la corona pagada con cargo al tesoro del virreinato del Perú.
La situación
geográfica de Chile, fue uno de los inconvenientes más
graves con que tropezó la colonización del
país. Sumado al constante estado de guerra en que se encontraba la capitanía,
convirtieron a Chile en una de las zonas más pobres del Imperio español en
Améric.
El siglo XVII se
ha caracterizado económicamente como
el siglo del sebo, pues este
artículo, junto al charqui y
el cuero, se convirtió
en el principal producto de exportación al Perú, lo que permitió la obtención
de importantes dividendos a una economía precaria, de escasa capacidad de
producción en áreas diversas a la ganadería. A su
vez, el siguiente siglo, el XVIII, ha sido
llamado el siglo del trigo, ya
que en éste se formó una nueva estructura social agraria, que permitió un
amplio desarrollo de la agricultura y una importante cantidad de exportaciones
de este cereal al virreinato. De hecho, a partir de 1687, Chile se convirtió en el
«granero del Perú», pues en esa fecha el virreinato fue asolado por una plaga
que afectó gran parte de sus valles cultivables. También se desarrolló laminería, con algunos
yacimientos de cobre, oro y plata.
Aunque existía un sistema de monopolio, el contrabando se
activó en forma ostensible durante el siglo XVIII, con la llegada de naves
procedentes deEstados Unidos, Francia e Inglaterra. Sólo el
establecimiento de la libertad decomercio con España, en 1778, permitió un intercambio
más continuo con la metrópolis.
Durante este periodo, se produjeron varios terremotos de gran
magnitud. Entre otros, el ocurrido el 13 de mayo de 1647, que destruyó gran parte de
la ciudad de Santiago; el de 15 de marzo de 1657, que dañó totalmente
a Concepción y
generó un tsunami; y el de 8 de julio de 1730 que volvió a dañar
seriamente a Santiago y Valparaíso.